LUCHANDO CONTRA EL FASCISMO DESDE TODAS LAS TRINCHERAS

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Canciones de Combate

miércoles, 18 de agosto de 2010

Santos: prospecto de permanencia de las políticas imperiales.


Escrito por Jesús Santrich, integrante del Estado Mayor Central de las FARC-EP

4ta Parte


La mafia Uribista, como instrumentos absolutamente sumiso a la Casa Blanca, se mantiene en el gobierno. Pero lo de Uribismo es sólo un nombre que evoca al ejecutor más reciente de una política fascista sumisa a la estrategia re-colonizadora de Estados Unidos. Uribe Vélez no es el artífice en si del proyecto; es un instrumento que pone su acento de odios, mezquindades y bajos fondos emocionales. Cuando ya no sea de interés nodal o de conveniencia para el imperio, simplemente lo relevan, como ahora ocurre, para que lo sustituya cualquiera de las fichas que la Casa Blanca tiene como planes A, B, C…, para ejecutar sus designios. Para el caso, le ha correspondido hacer el relevo a Juan Manuel Santos, impuesto mediante unas elecciones Presidenciales que han sido diseñadas para proceder en consecuencia. En tal perspectiva han funcionado a la perfección; no propiamente como proceso de participación ciudadana sino como estratagema de corrupción, clientelismo, fraudes y todo lo que caracteriza a una maquinaria electoral que cada vez se vale de los más inauditos trucos, engaños y presiones de fuerza e intimidación, para que sus resultados coincidan con las determinaciones tomadas previamente por la oligarquía y el imperio.

- Contra los canallas pueden emplearse las armas que usan ellos mismos.
(Bolívar Simón. Carta al General Heres, julio 25 de 1825).

- Saber y honradez, no dinero, es lo que requiere el ejercicio del poder público.
(Bolívar Simón. Discurso al Congreso Constituyente de Bolivia. Lima, mayo20 de 1826).

Lo demás es pan y circo, o más bien circo sin pan…, artimañas, burla contra la conciencia y los anhelos de los colombianos que ven cómo la degradación de los oligarcas en Colombia ha llegado a un nivel en el que ya no se apenan siquiera por llevar hasta la silla Presidencial a un narco-asesino como Uribe, ó a Juan Manuel Santos (el genocida de Sucumbíos), ó a cualquiera de los elementos de ese conciliábulo de terror que se ha instalado en la Casa de Nariño para continuar el desenvolvimiento de las políticas neoliberales re-colonizadoras que ordena el capital financiero.

Ninguno de los candidatos de este remedo de proceso electoral ejecutado recientemente, era opción de salida alguna hacia la democracia y la justicia. Todos estaban diseñados para hacer el juego del neoliberalismo en la “contienda”, para proseguir el necrófilo juego del guerrerismo, para hablar a favor de la ignominiosa “Seguridad Democrática”, que no es otra cosa que la vieja y mortecina “Doctrina de la Seguridad Nacional”. Es decir, para plegarse a las políticas que se hacen en el Pentágono para ser realizadas por cualquier asqueroso muñeco de la oligarquía colombiana. Por ello es que, al menos por ahora y mientras se hace la nueva repartija burocrática, todos caben en el hipócrita llamado de Juan Manuel Santos a la “Unidad Nacional”.

Gustavo Petro, de una u otra forma, le sonríe al hueso, como fiel comensal de la embajada yanqui que es. ¿Qué credibilidad puede generar en el pueblo este renegado?; ¿Quién puede fiarse de la invitación a que “acordemos el futuro”, si viene de parte de un sujeto que se emborracha con frecuencia en la Embajada de Estados Unidos y ha puesto su ser a las órdenes de Washington traicionando la fe que una amplia franja del pueblo cifró en el Polo Democrático?

Antanas Mokus puede encajar perfectamente en esa llamada “Unidad Nacional” de Juan Manuel Santos, con su condición plegada también al guerrerismo. No se puede pasar por alto lo que fue como alcalde neoliberal de Bogotá, ni su identidad y amistad inocultable con la iracunda oposición venezolana y su feroz laya pro gringa; ese es el hombre de la perorata que habla de la “Colombia Legal”, mientras hace vítores a la confrontación fratricida cuando afirma que hay que “Profundizar la “Seguridad Democrática” con legalidad democrática…”, o cuando expresa su belicista idea de que “las FARC ameritan seguir siendo combatidas sin titubeos”. Ese es el significado de su lema de “construir sobre lo construido”; es decir, seguir destruyendo sobre todo lo ya destruido como consecuencia del militarismo que destilan los oligarcas.

Y, ¿qué decir de Nohemí Sanín, si continúa siendo la misma camaleona de la política? Ella estará disponible, al igual que esa cuerda de lagartos que constituyen el Partido Conservador, siempre, para saltar hacia la tolda que más sombra les brinde. Especialmente ella, posando de generala colérica en sus chillonas diatribas de muerte, seguramente buscará ganar puntos con el nuevo gobierno llamando a proseguir una guerra a la que ni ella ni sus hijos le pondrán el pecho jamás.

¿Será que el medroso Rafael Pardo, ex Ministro de guerra del zorro ex Presidente Cesar Gaviria, podrá soportar los coqueteos del burocratismo que ya ha arrastrado a la mayoría de sus copartidarios parlamentarios?; ¿Cómo nos podrá seguir hablando Rafael Pardo de que “Vamos a hacer una Colombia justa”, cuando el mismo ha hecho parte de gobiernos que propulsaron el crecimiento de la pobreza para las mayorías, o cuando el mismo en su momento empujó la guerra que nos desangra a todos? Bastará una orden de su viejo jefe para seguir el camino de sus copartidarios parlamentarios vendidos y plegados ya a la política de Juan Manuel Santos.

Esta dinámica de la conveniencia egoísta que practica esta mefítica “clase política” representante de los intereses de la oligarquía y del imperio yanqui, no da para otra cosa; por ello no es de extrañar la rapidez con que Germán Vargas Lleras, el mismo sujeto del lema electorero que hablaba de “lo mejor posible”, pasara a sumársele a Santos; era obvio que así sería si no olvidamos que más allá de sus “peleas” amorosas con el Uribismo, este fachista ha hecho parte esencial de la conducción del régimen de terror impuesto.
No, no, qué nadie se engañe ni se decepcione. Las elecciones fluyeron hacia donde tenían que fluir, arrastrando en su corriente pútrida también los témpanos en deshielo de un Polo Democrático que, con contadas excepciones en su dirigencia, no logró ni intentó consecuentemente mantenerse fiel a las expectativas de cambio que generó en una amplia franja del pueblo.

Los protagonistas del sainete electoral, en su gran mayoría caven en el bolsillo fétido del clientelismo y el oportunismo.
Así las cosas, es absurdo que nos sumemos a esa colección de tontivanos a los que deslumbran las cifritas falaces de los escrutinios electorales: lo cierto es que, mientras no se dé un cambio radical de la estructura y el procedimiento en las elecciones que han sido diseñadas para que ganen las minorías oligarcas, en Colombia la abstención seguirá estando por encima de cualquier otra cifra, no precisamente por apatía, sino porque las mayorías populares no creen en esta basura en que las han convertido. Más aún, cuando es vox populi que las autoridades electorales son las que encabezan los fraudes.

La historia electoral de la última década, nos habla de un Álvaro Uribe que en su primera “elección” logró imponerse en la primera vuelta por cuenta de una defraudación que contó al menos con 300 mil votos salidos de la corrupción, el chantaje, la presión paramilitar y el crimen. En el segundo período también operó el influjo delictuoso, tanto en referencia con el cohecho y otros fraudes que mediaron la reforma constitucional que abrió paso a la reelección inmediata, como en referencia a la presión e influjo del narcotráfico y el paramilitarismo. Al lado de esta defraudación ha estado presente la corrupción que rodea las elecciones parlamentarias.
En este plano de cosas, el porcentaje de abstención aunque se presente signado con una alta cifra que para el caso de las elecciones Presidenciales supera el 55 %, el guarismo entraña también una engañifa que hay que saber digerir. Jamás habrían sido posibles nueve millones de votos por un siniestro personaje del tipo de Juan Manuel Santos, el abominable ministro de los “falsos positivos”, de las agresiones a los vecinos, un hombre que se solaza con la muerte tanto como lo hace el nauseabundo Uribe Vélez.

En un día de mundial de futbol, en un día con aguaceros por todas partes, en un día en que hasta durante las horas de la tarde los observadores de prensa mostraban y exteriorizaban su preocupación por el bajísimo flujo de electores, por arte de magia (mejor dicho, por arte de corrupción) aparecen los votos y se escrutan en menos de lo que canta un gallo. ¡Imposible cuadro sólo realizable en un escenario de fraude!
¡A otro perro con ese hueso, señores!

Jamás habrá reconocimiento de legitimidad de un proceso así de parte de gente honesta que no se deje atrapar por el engaño o por las palabras de un culebrero que ahora parece ofrecer todo lo contrario a lo que ha venido haciendo como Ministro de Defensa.

El que quiera ver que vea, el que quiera oír que escuche: hasta que no demuestre lo contrario, Santos proseguirá la apátrida política de guerra contra el pueblo y de arrodillamiento frente a los Estados Unidos.
Tenemos a las ratas más peligrosas conduciendo el gobierno dé cuenta de una clase burguesa criminal que cree que con la guerra acabara al pueblo y aplastará la resistencia.

Para los que no lo tengan claro, sin ser agoreros, podemos afirmar que “Unidad Nacional”, será el edificio del cinismo que se monta sobre las espurias bases de los falsos votos, de los escrutinios mendaces, de la política del millón de sapos, de los manipulados por un Estado que juega con la miseria de la gente con ese instrumento que llaman SISBEN; será mantener la moto-sierra sangrante en manos de los paramilitares, llámense Águilas Negras o el nombre que les quieran poner; será la miseria permanente de las familias en acción y de las familias guardabosques; será el reino de los falsos positivos, con la absoluta certeza de que tendrán la oposición no de 17 millones sino de muchísimos más inconformes por la miseria que han sometido al pueblo agravándole sus situación en estos ocho años de crímenes sin castigo cometidos por el fascismo Uribista del que ha participado vehementemente Juan Manuel Santos.

La unidad antipatriótica ya está diseñada, y su muestra es la miseria a que someten a los colombianos mientras subsidian a los más ricos, mientras se llenan los bolsillos del capital financiero, mientras se permite el enclave de más de siete bases militares yanquis en nuestro suelo patrio, mientras se entrega el territorio para ser plataforma de agresión contra la América Latina y en especial contra los gobiernos progresistas.

Quien sabe cuántas amenazas y bravuconadas más vendrán; ahora se nos dice que se nos acabó el tiempo. ¿Es que acaso alguna vez nos lo han concedido o le han otorgado opción al pueblo para retomar la dignidad y la justicia?

El presupuesto de guerra lo dice todo: primero que seguirán con la tierra arrasada contra los colombianos y segundo que eso mismo devela su temor a quienes nos han decretado el fin por más de una vez.

En medio de las numerosas mentiras, no obstante, hay una mentira que aún con el enorme ocultamiento y distorsión que entraña admite que no votó mucho más de la mitad de los colombianos aptos para hacerlo, o lo hicieron en blanco alrededor de medio millón de personas, y muchos miles de votos fueron nulos. Agreguemos que no se trata de los apáticos, no. Son los inconformes, los excluidos, los vilipendiados en tránsito hacia el levantamiento insurreccional, los que no creen en el proceso electoral. Las razones son más que suficientes.

Con este enorme peso de ilegitimidad derivado del turbio proceso electoral, el gobierno que inicia tiene como su mayor lastre los desbarajustes heredados del gobierno que termina, con el agravante que de Juan Manuel Santos viene también la hechura de toda esta corruptela, de toda su asquerosa maquinaria. Por ello se colige que lo que vendrá será más de lo mismo o mucho peor; no sólo porque así se desprende de los discursos guerreristas de J M Santos, sino porque así lo ha exigido el imperio del norte.

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